martes, 24 de noviembre de 2015

Breve Historia de la Escuela Cusqueña de Pintura.

 Con la llegada de los españoles al Perú la producción de elementos simbólicos-representativos andinos experimento un cambio rotundo. Las formas y técnicas artísticas utilizadas en España y Europa, comenzaron a ingresar a nuestro territorio convirtiéndose en la base para el nacimiento y desarrollo de nuevos modelos de representación a partir de un proceso de apropiación y re-interpretación cultural.

Al momento de la conquista existía en el Cusco y el Imperio una significativa actividad plástica que pervivió hasta la colonia a través de la pintura en queros y ceramios, como también el testimonio visible de las pinturas pre-incaicas en murales y tejidos. 

 En los primeros años de la Colonia los religiosos españoles tenían dificultades para evangelizar a los indígenas a través de las lenguas nativas. Entonces, las imágenes, empezarían a desempeñar una función didáctica de primer orden es por eso que en las primeras décadas de la evangelización el arte estuvo firmemente vinculado a la difusión de la nueva fe .  

El arte se volvió un medio de expresión que ejercía particular fascinación sobre los indígenas,  por lo cual se convirtió en un extraordinario soporte para las explicaciones didácticas que hallaban serias limitaciones en traducir a las lenguas nativas conceptos teológicos y de catequesis de raíz latina. 

En el siglo XVIII, surgen artistas indígenas versátiles y talentosos, entre los cuales Diego Quispe Tito, es el maximo exponente de la Escuela Cusqueña de Pintura, como tambien Marcos Zapata entre otros.
En esa época, la escuela Cusqueña de Pintura era un producto que se exportaba y comercializaba en el Perú y en los países vecinos trayendo significativos dividendos pues atendía un comercio importante.
Los pintores indígenas y mestizos hicieron prevalecer motivos indígenas y europeos en un interesante sincretismo, por ejemplo, los Arcángeles Arcabuceros, engalanados cual si fueran grandes señores de la corte española portando arcabuces de la guardia española. Los  Arcángeles Músicos, ricamente vestidos, tocando la quena e instrumentos incaicos. 
La Virgen María representada con cuerpo de montaña, La Virgen Candelaria portando en sus manos rayos en vez de velas. La Rosa Mística, representando a la Virgen María delante del Sol (su mas grande dios). La Virgen Hilandera, La Virgen Pastora. Un último elemento que se repite en la vestimenta de las vírgenes son las coronas que adornan sus cabezas. Estas que nos dan una sensación de divinidad, ya que solo los reyes que eran en ese tiempo las personas más cercanas a Dios usaban coronas, así se le daba un carácter divino y real a la virgen con coronas doradas, grandes y de extravagantes formas que resaltaban su importancia como ser divino. Todo con el estilo recargado barroco europeo del brocateado dorado, signo de elegancia real. 

Dentro de la producción de Marcos Zapata, debemos resaltar una obra pictórica de singular sincretismo: La última cena, ubicada en la Catedral del Cuzco. En ella se observa a Cristo sentado con sus discípulos alrededor de una mesa, en cuyo centro, se ha pintado un cuy horneado en lugar del tradicional cordero pascual. Igualmente, dentro de esta obra, se aprecian otros elementos típicos de la región: ajíes, maíz y algunas frutas. Estos alimentos, coexisten con la occidental dupla simbólica conformada por el pan y el vino
A nosotros en la actualidad nos toca disfrutar de este arte con las bellas replicas de estos tesoros producto de una época que cambiaría totalmente el curso de nuestra historia.

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